Congruentemente con la geomorfología, el relieve, la vegetación y el clima, el paisaje dominante en los Pueblos del Sur, es de montaña en sus diversas expresiones. Aquí la confluencia de un relieve variable en términos de topografía, formas y altitud; con una vegetación y una fauna variada y abundante, una temperatura agradable (confort climático) y unos valores culturales diversos, hacen de estos pueblos áreas de gran interés para el turismo.
El relieve,
por sí mismo, es un recurso paisajístico natural por excelencia. “La altas y prolongadas sierras dentadas que dominan todo el paisaje, con su sucesión de picos, picachos, collados e inclinadas y largas vertientes…” (Vivas, op. cit: 118) representan sitios únicos en el territorio nacional. Este, junto con una vegetación de selva nublada por un lado y de páramo por otro, y asociaciones bosque-cultivo como la de café bajo sombra, conforma un escenario variable y altamente atractivo para observar y disfrutar.
Por un lado, hacia el río Mucupatí en la margen derecha del río Caparo, está el paisaje de montañas bajas en transición con el piedemonte, donde se alternan formas de relieve suaves con superficies inclinadas. Aquí, la predominancia de un clima tropical seco ha dado paso al Bosque seco Tropical (bs-T) producto de la sucesión de un período seco y un período lluvioso (6 meses), donde los árboles pierden parte sus hojas (semi-caducifolios) para soportar la sequía y las recuperan en tiempos de abundante agua, para convertirse en bosques verdes y exuberantes.
Ya hacia las vertientes montañosas del río Caparo (transicional hacia el pidemonte lacustrino y llanero) el paisaje cambia, fundamentalmente por el clima que pasa a ser tropical húmedo. Esto le imprime una diferencia particular, puesto que el bosque dominante (húmedo tropical) tiene una menor proporción de especies semi-caducifolias, hay abundantes helechos y heliconeaceas (plantanillo). En esta zona, el período lluvioso es más extendido en el tiempo (de 8 a 9 meses).
En las estribaciones montañosas que se desarrollan a ambos márgenes del río Negro (entre Mesa de Quintero, Guaraque y Pregonero) el paisaje de montañas bajas es dominado por un clima pre-montano seco, que condiciona la vegetación del lugar, la cual es una mezcla de arbustos, herbáceas y árboles deciduos (pierden todo su follaje en época seca), en algunos casos limitada debido a un período seco más prolongado que en los anteriores (de 4 a 5 meses lluviosos), a una lluvia menos intensa y a una mayor evapotranspiración media anual. Aquí el relieve es mucho más accidentado y muestra laderas de gran desarrollo vertical.
Hacia el norte de la población de Chacantá (cuenca alta del río Chacantá), hacia las cuencas altas de los ríos El Molino y Aricagua, y hacia el sur del Páramo de Aricagua, el paisaje cambia por influencia de dos factores combinados: el relieve y el clima. Aquí, el relieve corresponde a montañas altas, de laderas empinadas con fuertes problemas de erosión y el clima es montano bajo seco; de allí que entre el período de lluvias y sequía el paisaje sea tan variable. El número de meses húmedos está reducido a un máximo de 4 meses y la evapotranspiración media anual supera la precipitación media anual.
Ello da lugar a una vegetación arbustiva abierta, con algunas especies arbóreas deciduas y gramíneas que no llegan a cubrir en su totalidad el suelo. Las áreas de bosque se restringen a pequeñas masas de árboles de reducido tamaño, que se localizan principalmente a orilla de los cuerpos de agua (Ewel, 1968).
Conforman el área más deteriorada de los Pueblos del Sur desde el punto de vista ambiental, ya que los problemas de erosión son irreversibles en muchos de los casos. Las condiciones climáticas de sequedad y las condiciones litológicas de inestabilidad, generan un escenario propicio para una erosión rápida y degenerativa que da lugar permanentemente, a problemas de arrastre de sedimentos. De allí que la habitabilidad y el soporte de infraestructura, tiendan a ser desfavorables.
Este paisaje cambia hacia el sistema montañoso que va desde Guaraque hasta los páramos de Tostós y El Molino, fundamentalmente por un cambio en el clima, que se caracteriza por presentar de 6 a 9 meses húmedos. La vegetación dominante corresponde con la de un bosque húmedo montano bajo (bh-MB) y se desarrolla en un relieve de topografía accidentada y abrupta.
La cobertura vegetal está conformada por árboles que pueden alcanzar los 20m de altura y se puede observar una cubierta abierta, cuando está intervenida, y densa cuando no hay mayor afectación con fines agropecuarios. En el último caso es posible observar un epifitismo de mediano grado que se ciñe particularmente a las bromeliáceas.
En las laderas más intervenidas, el paisaje cambia debido a que la vegetación es de porte bajo, conformada por arbustos de menos de 2 m de altura y helechos (Ewel, op. cit)
Un paisaje particular es el que muestran los páramos húmedos de los Pueblos del Sur (Río Negro, de Altamira, Molino, del Tuno, Las Coloradas, Acequias, El Molino y San José) donde se presenta una asociación de páramos húmedos, muy húmedos y pluvial montano, con 7 a 9 meses húmedos al año.
En la zona de selva nublada, la vegetación da la impresión de excesiva humedad, en tanto que muestra abundancia de líquenes, musgos y diversas epífitas. Los relictos de bosques vírgenes evidencian una cobertura tupida y los musgos cubren troncos y ramas de árboles. Aquí es posible encontrar el helecho arborescente y algunos bambúes.
Ya en las zonas de páramo, la vegetación cubre completamente el suelo y las plantas son de menor porte que en el bosque pluvial montano. La flora es altamente diversa (se cuentan cerca de 80 especies) y su esplendor se puede observar entre los meses de octubre y noviembre, cuando la mayor parte está en flor. Destaca en este paisaje el frailejón (Espeletia) que genera una cobertura densa del suelo (Ewel, op. cit.).
Hacia la cuenca alta del río Canaguá, se encuentran los valles altos con clima montano bajo húmedo. La vegetación dominante corresponde a bosque húmedo montano bajo (bh-MB) y ello se debe a la presencia de 7 meses húmedos. Son tierras con alto potencial agrícola, de topografía ligeramente plana y estable, que permite su aprovechamiento intensivo por medio del cultivo de rubros hortícolas de piso alto. Corresponden con un paisaje típico andino, donde los escenarios naturales representan un gran potencial turístico.