Entre 1619 y 1620 Alonso Vázquez de Cisneros, el oidor más antiguo de la Real Audiencia de Mérida llevó a cabo el proyecto urbanizador de los Pueblos del Sur, luego esta tarea quedaría en manos de Fernando de la Torre Barreda en 1637 y ajustada por Diego de Baños y Sotomayor en 1655.
Alonso Vázquez de Cisneros encontró que gran parte de las comunidades indígenas merideñas habitaban en montes próximos a quebradas, disgregadas sin forma de pueblo, hecho que atribuía a la falta de eucaristía y de administración de los sacramentos.
El ordenamiento espacial de asentamientos medulares estuvo definido por los circuitos principales del comercio de la época, y sus caminos, que vinculaban a Mérida con los principales mercados.
Así Vázquez de Cisneros procedió a organizar cada uno de los 15 “pueblos nuevos” que estableció con varias encomiendas, las que debían agruparse para formar los barrios de cada poblado, dispuestos alrededor de la iglesia frente a una plaza cuadrada, hecho que constituyó la solución urbanística más compleja y elaborada de los asentamientos indígenas de Mérida.
Hacia el sur del eje central montañoso, el establecimiento de estos pueblos, se enrumbó por Río Negro y en la margen derecha del valle alto de ese río, que los españoles denominaron Nuestra Señora, asentó el pueblo nuevo de Las Acequias de Mucubach o Mucubach de Las Acequias, mientras en su borde izquierdo estableció el de las Acequias de Mucuño; remontando la divisoria de aguas estableció con tres parcialidades encomendadas el pueblo de Mucuino-Chaquentá, antecedentes de Nuestra Señora de la Paz de Aricagua.